domingo, 5 de junio de 2016

Afirmabandonar

El clima vertiginoso lo hacía remover por dentro y por fuera una polvareda de sospecha, algo que le desacomodaba todos los espejos que llevaba adentro. Un ruido de mudanza se llevaba también el sueño en su flete y el silencio inevitable de ruidos constantes lo cargaba de los pelos a estar también en otros lugares en simultáneo.
Afuera no llovía más y era tan temprano que hasta el viento se escondía bajo la frazada: todo quieto, todo inmóvil, todo con cuidado y delicado, menos él. Los ojos de las paredes lo miraban, la pava respiraba al unísono con el, cada movimiento era en realidad del colchón que estaba inquieto. Ventrílocuo colchón titiritero...

Cuando dí vuelta los ojos del no-sueño a la conciencia extraña que me confiaba y tiraba fuerte por los brazos, me di cuenta que él era yo y yo también él. Sudando frío tomé las riendas del momento, mis propios brazos frenaron los caballos, ellos desnudos: sin cincha, cabezada ni riendas (de alguna forma mis brazos sí eran de caballería, como ahora también mi cuerpo podía ser un arma).
Pero mi mente, la más incoherente del cuarto, ¿sobre qué cohesión anidaría?

Recordaba aquel juego de palabras... "no soy yo, es un yo"... "no sos vos, es un yo".
¿Quién era yo en ese instante? ¿Tenía sentido preguntarlo? Al fin y al cabo, todo eso era yo, hasta -y sobre todo- lo que penetraba a mi cuerpo por fuera. Esas piernas de mujer asomándose por el borde de la cama eran yo, y esa cama ajena a mí, también lo era. La lluvia, sin duda la lluvia y la falta de lluvia también era yo (había aprendido ese mismo día que "lluvia" es el estado más eso que pasa, es adentro y afuera peleándose por entrar en cada gota).
Tiempo de roble, tiempo rígido... ramificado en segundos y sus momentos de hojas siempre blandas, livianas, que la falta de viento removía por ahí sin preguntar. El tiempo permitía que fuera yo; sin tiempo no había concepción de ningún yo. Tiempo de roble:, lento tiempo tapón. Tiempo témpano: frío tiempo fugaz. Tiempo solar; tiempo lunar; tiempo terrenal inócuo. "El tiempo es cuántico" repetís, sabiendo que es así, entendiendo, repitiendo siempre lo que te cuentan las letras desentendidas.

Y se me infló el pecho, ahí mismo pegué el primer soplo de ego que me salvó de un naufragio que a posteriori será inevitable. Se infla, lo infla, lo inflo, me inflo... tantas personas para un solo cuerpo, ¿cómo abastecerse?
Inflado como un globo se ocupa tanto tiempo, tanto espacio. "Se ocupa" pensé. ¿Se ocupa a sí mismo? ¿Existiría un desocuparse?
Pariendo libros nos fuimos inflando entre nosotros antes de dormir, inflándonos del nosotros mismos que habitaba en el otro y los otros que escribían a nuestros congénitos. Esos hijos adoptivos fulminaban la memoria íntima mientras inflaban, ya sin aire... ésto último no quiere decir que sea condición necesaria.
¿Habrá equilibrio en el anonimato? ¿Será éste último el traductor del sinsentido? ¿Será cuestión de desinflarse un poco para recuperar el equilibrio?

¿Tendrá equilibrio un globo que flota pasivo? De tanto inflarse a veces explota.
¿Se podrá llamar simetría la caída de una hoja? Yo opino que perfección es un buen adjetivo.



El término inflar y lo que implica, consiste en sí mismo en un decisivo acto de expulsar el aire, junto a la ligereza de retomar el mismo aire externo. Una importancia personal con conciencia de la propia insuficiencia. Una aparente recontradicción que no es más que la dinámica universal. Darse cuenta que creamos, mientras asumimos nuestro carácter de átomos en el movimiento universal. Ser anónimos es una posibilidad. Desinflarse no es desaparecer ni dejar de ser (ni dejarse caer).

Memo: Explotar es una elección, no un castigo ni un premio a la virtud del inflador.
Memo2: La sensación de estar inflado no es permanente, en algún momento hay que dejar ir ese aire para reencontrarse con el centro desinflado.

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