¿Cuántos pensamientos
de distancia hay entre nosotros?
Si pensamos en lo mismo, ¿cuenta como encuentro?
Los pensamientos son desplazamientos; son otros pares de
brazos que también abrazan. Extensiones proyectadas que crean enlaces en un
vaivén constante, momento a momento, en lapsos así: más chiquitos que un
segundo.
Moverse es desplazar el cuerpo material, pensar es desplazar
el cuerpo inmaterial. Entre ambos cuerpos, descansa un paréntesis eterno, una
distancia que no dista por no poder ser medida... una especie de espacio sin
materia.
Si elijo un pensamiento, elijo un universo posible entre
agujeros negros.
Elegir implica siempre no elegir; acción y reflejo nunca se
separan. Hacer algo implica no hacer otras cosas. Pensar algo implica no pensar
otras cosas... Y si mirás bien, hay más "no" que "si": si
elijo uno, no elijo infinito-menos-uno.
¿Que pasará con la elección que hace de
agua entre ambos cuerpos-continentes?
¿Qué tan profunda es?
Si me muevo entre infinitos espacios,
¿Dónde caberá la ansiedad? ¿Existiría
tal palabra?
Un cuerpo que sólo
danza sin buscar evitar la caída recorre el camino paralelo a la mente que sólo
se desplaza expansivamente sin buscar evitar el error.
En el medio de la
caída esta la danza.
En el medio del error esta la expansión.
Así como se elonga el cuerpo y todas sus atomizaciones,
encajes y músculos, ¿se podrán elongar los pensamientos
con toda su complejidad e infinita
latitud?
Conciencia del cuerpo para aprender a escoger cómo materializamos y en qué
fluctuación desaparecer. Conciencia de "lo inmaterial" para
comprender que también podemos ser infinitos y atemporales.
Aprender en cada disparo a hacernos infinito, para ser
finitos e infinitos a la vez: Finitos
por definición, infinitos por decisión. Empoderarnos de la
energía que mueve nuestro cielo interno.
Tomar todos los caminos mientras "no tomamos"
ninguno. Anonimarse. Animarse a ser anónimo.
Ser anónimo es elegir todo mientras se elije nada; una
aparente contradicción que escapa al sentido... Metáfora que se desdobla en
forma de ocho acostado. Metáfora que somos cuando hablamos sin palabras.
Cuando hablamos, ¿le decimos a lo
coetáneo de qué se trata su existencia o dejamos
que él nos cuente un poco de sí mismo?
Intento constante y voluntario en el que uno no le dice al
momento lo que es sin antes escuchar qué es lo que el momento habla (mientras aparenta esconderse tras imágenes
y luces parpadeantes).
Y si el momento nos dice que es ilimitado, ¿tendremos miedo? Tendremos miedo: cualquier pájaro tiene miedo de
aprender a volar.
Si no se cómo hacer
algo, ¿qué hago? Lo hago.
No salvarse en lo
salvaje del propio precipicio.
Ser anfibios en
multiversos que se enredan frente a nosotros, tejiendo y destejiendo
perfección.
No asomarse a pagar
en vigilia lo que en sueños uno se niega.
Descolonizar todos
nuestros "propios" cuerpos: la
libertad no es un río, es el agua y su caudal. (¿a quién le pertenece el
agua? Pensalo...)
Higienizar la mirada
y dejar de saber para poder ver; para moverse.
Ir sin cuerpo y sin
palabras a enraizarse en cada átomo.
Fundar un suelo ahí, donde podés
moverte. Fundarte tu país por partes hasta que toda la extensión sea tu propio suelo, tu propio sueño.