¿Cómo?
Nuestros cómos son como nosotros.Somos nuestros cómos.
Contame de vos: hablame de mi.
Contame tus cómos, esos papelitos dorados que recubren a tus qué. Si querés contame tus qué, tenemos tiempo sabés... pero para serte sincero, son lo que menos me importa de vos. El agua está caliente y hay miel, así que contame un poco más. Tranquilx, el tiempo no existe.
Contame los cuandos que fueron tiñendo tus cómos de hoy, o los de ayer también, contamelos todos y ni dormido voy a querer dejar de escuchar. Capaz no los entiendo, tampoco importa mucho entenderlos, contamelos todos que me encanta escucharnos.
Contame cuantos cuandos se repitieron entre tus pies que se pisan a sí mismos y cuantos de esos traspiés se repiten todavía: contame tus eternos retornos que son los míos también (contemos lo que no es mío ni tuyo, lo que es nuestro y es de todos).
Contémonos todo lo poco que sabemos de nosotros mismos. Contemos para poder contarnos más, para ver los olores, para escuchar colores nuevos. Contemos sin números todos los detalles, para encontrar ese punto que se une con la línea o quedarnos ciegos.
Contemos para un día dejar de contar.
Para que un día podamos sentarnos en el balcón a mirar pasar el sol, las señoras con los carritos del chino y los camiones de enfrente que pasan quietos. Que miremos a un punto fijo y no veamos solamente el qué fijo del punto, sino también sus cómos incendiados de sol, sus cuandos cambiantes del agua en sangre y sus cuantos hechos de interminables pedazos de nada que nos inyectamos despacito.
Que veamos juntos con cuatro ojos que son dos que son el mismo en el punto móvil del cómo que se posa en el cosmos para ver nuestras pupilas.
Sentémonos en el balcón a mirar lo que nos va, lo que nos viene. Sólo a mirar para aprender a mirarnos entre las cartas eternas que nunca llegan.
Y cuando te aburras, pasame el mate y andá a mirar por otro lado. Está todo bien, andá tranquilx que yo voy a cambiar la yerba que ya se lavó.
Siempre está todo bien, sabés... Las respuestas sobran cuando las preguntas no existen.
Descubrite, que descubiertos podemos estar mejor que bien, si es que existe eso.
Descubriéndonos para contarnos, y también al revés, así el semicírculo se completa en su mismo semicuerpo que puede ser el nuestro (o el cuerpo del encuentro de las miradas, quién sabe).
Hoy sobra la miel, quedémonos acá que el otoño nos presta un ratito más de calor.
Y tomá, que me cansé de cebar.
(nos)
(nos)
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