¿Quién sos? Pestañeo y te reconozco ahí donde mi carne sabe que vas a estar, ahí donde ya transpiré, morí y renací infinitas veces. Guiño un ojo y entiendo tu guiño, pero ya no es el mismo que veo. Te moves, nos movemos, pero nunca completamente juntos... siempre nos quedan incompletas las distancias.
Si estiro un brazo hacia vos los patovas de la materia me reprimen; y te extraño mientras me sacan a patadas, porque vos ya fuiste mientras yo estoy siendo.
Te extraño y es extraño sentirlo. Sos extraño: no te recuerdo pero estás en mi memoria.
Me sorprendés con cada gesto mientras una parte de mi ya te conoce hasta el bostezo. ¿Qué memoria te habla ahora?
Y te extraño. Te extraño porque no sos mío y te siento el pulso. Porque estas adentro pero del otro lado, ahí donde un plasma desequilibrado nos repele. Porque nunca vamos a caminar esas calles con los mismos pies ni acariciar con las mismas manos. Incluso en la tumba vamos a estar tan, pero tan lejos... Te extraño, pero sé que hay otras calles, otros tiempos, otros pies, otros cuerpos. Creo que te crucé alguna vez por allá, ibas distraído mirando al tiempo, sin zapatos, y tu sonrisa parecía un peinado nuevo. Cruzamos miradas y pude ver a través de tu cráneo. No pensaba en nada.
Después me desperté y estaba desnudo.
Ahora que lo pienso no se si eras vos el que vi.
En efecto te pienso distinto, y eso pasa cada vez que el sol no pega mucho ni poco, cada instante en que el viento frena acompañando cada movimiento y el reflejo muestra más que un símil de segunda mano. Entre toda esa perfección, mi homo sapiens se razona y en sus gestos se nota el temblor como resistencia a perder su credo; el miedo a los patovas que dañan lo único que le pertenece...
Pero ahora mi sapiens brilla arte con el alma, y se pregunta ¿a cual de esos cuerpos le pertenece el brillo? Eso que se mueve no es de nadie más que de la libertad, y se da cuenta cuando habla de ella, la eterna bailarina, solo así se da cuenta que pertenece a algo más grande que espera siempre acostado y cuasi poseído a que vuelva a su primer cuerpo.
Sin más, me hago un buche con el cuentagotas del tiempo y descubro la impertenencia: sumando lo que fui, lo que soy y ese otro flechazo al futuro, el bigbang se hace tierra fértil. Y renazco.
viernes, 19 de agosto de 2016
viernes, 5 de agosto de 2016
Mostrame los relojes que defienden tus fantasmas
¿Cómo?
Nuestros cómos son como nosotros.Somos nuestros cómos.
Contame de vos: hablame de mi.
Contame tus cómos, esos papelitos dorados que recubren a tus qué. Si querés contame tus qué, tenemos tiempo sabés... pero para serte sincero, son lo que menos me importa de vos. El agua está caliente y hay miel, así que contame un poco más. Tranquilx, el tiempo no existe.
Contame los cuandos que fueron tiñendo tus cómos de hoy, o los de ayer también, contamelos todos y ni dormido voy a querer dejar de escuchar. Capaz no los entiendo, tampoco importa mucho entenderlos, contamelos todos que me encanta escucharnos.
Contame cuantos cuandos se repitieron entre tus pies que se pisan a sí mismos y cuantos de esos traspiés se repiten todavía: contame tus eternos retornos que son los míos también (contemos lo que no es mío ni tuyo, lo que es nuestro y es de todos).
Contémonos todo lo poco que sabemos de nosotros mismos. Contemos para poder contarnos más, para ver los olores, para escuchar colores nuevos. Contemos sin números todos los detalles, para encontrar ese punto que se une con la línea o quedarnos ciegos.
Contemos para un día dejar de contar.
Para que un día podamos sentarnos en el balcón a mirar pasar el sol, las señoras con los carritos del chino y los camiones de enfrente que pasan quietos. Que miremos a un punto fijo y no veamos solamente el qué fijo del punto, sino también sus cómos incendiados de sol, sus cuandos cambiantes del agua en sangre y sus cuantos hechos de interminables pedazos de nada que nos inyectamos despacito.
Que veamos juntos con cuatro ojos que son dos que son el mismo en el punto móvil del cómo que se posa en el cosmos para ver nuestras pupilas.
Sentémonos en el balcón a mirar lo que nos va, lo que nos viene. Sólo a mirar para aprender a mirarnos entre las cartas eternas que nunca llegan.
Y cuando te aburras, pasame el mate y andá a mirar por otro lado. Está todo bien, andá tranquilx que yo voy a cambiar la yerba que ya se lavó.
Siempre está todo bien, sabés... Las respuestas sobran cuando las preguntas no existen.
Descubrite, que descubiertos podemos estar mejor que bien, si es que existe eso.
Descubriéndonos para contarnos, y también al revés, así el semicírculo se completa en su mismo semicuerpo que puede ser el nuestro (o el cuerpo del encuentro de las miradas, quién sabe).
Hoy sobra la miel, quedémonos acá que el otoño nos presta un ratito más de calor.
Y tomá, que me cansé de cebar.
(nos)
(nos)
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