Ando teniendo encuentros desapegados con las palabras, algo así como
rozándolas, acariciándolas sin envolverme en ellas. Términos que rodean
mi día a día sin intimidarme. Algunos de ellos son: 'actitud',
'espontaneidad', 'perspectiva', 'encuentro'. De alguna forma todos se
entrelazan, creando una red en la que me muevo sin esfuerzo
reencontrándome con sus significados fuera de la memoria, con esos
recuerdos que llegan, impactan, inflan algo adentro, se hacen sentir y
siguen su camino.
Empiezo a creer que la memoria se divide en
intensidades; por un lado surgen recuerdos más bien gráficos, ya sea con
imágenes o sin ellas, con estructuras firmes, delimitaciones y
texturas; por otro lado llegan ellos, los descarriados, los que no se
buscan y que al no buscarse se encuentran, los que siempre están, los
que sin palabras hacen llegar su mensaje descontracturado. Para la otra
memoria todo se repite, mientras que para ésta todo es novedoso. Hay otra memoria (u otras) más que no tengo palabras para definir, pero también existe(n).
Entonces, ¿de qué memoria provendrán estas palabras? Nuevas palabras que ya son viejas, pero renacen en un cuerpo distinto, con distintas capacidades de movimiento y condiciones de existencia; una alquimia reconecta y enlaza nuevos surcos que antes no existían... ¿de qué naturaleza proviene esta capacidad? ¿sucederá todo el tiempo sin que nos demos cuenta? ¿qué sucede cuando no existen en la memoria enlaces definitivos y simplemente permitimos que todo sea nuevo, que nada se arrugue y envejezca, que el pasado y el futuro sean puro presente?
Lo viejo, lo nuevo, lo frágil, todo convive en un mismo instante, en esta mezcla que remuevo lentamente.
¿Qué es este dialecto que no entiendo?
¿Quién lo habla?
¿Me está hablando? ¿O simplemente canta?
¿Lo escucho o intento obviar que está ahí?
A veces sí, pero está, siempre está.
La magia de ser humanos nos envuelve y nos mece.
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