Qué poco seguido agregamos un "todo" al final de la frase "depende de...". Qué lamentablemente humanos somos, refiriéndonos al otoño con el amarillo, al amor con un corazón, a la magia como coincidencia azarosa, a la vida como "algo" (una de esas palabras que sirven de relleno entre lo indecible y nuestro hambre de significados) que transcurre entre un lugar-momento y su contraparte: ese punto final que algunos ven suspensivo, otros ven infinito, mientras otros ni siquiera lo ven. O no lo quieren ver, vaya uno a saber.
No me refiero a verdad o falsedad de éstas afirmaciones como si mi palabra fuera dueña de tal amplitud, como si para las palabras mismas intentar hacer ésto no fuera un salto mortal hacia el vacío inevitable del todo. No, no me hago cargo de tal ferocidad contra la vida. Denuncio de ésta forma la simplificación de los infinitos sucesos, la compulsa adicción a darnos a nosotros mismos con cuentagotas este océano de estrellas, de alimentar esa catástrofe que somos, que creamos y pisamos como tierra firme... aparente suelo en una caída libre sin paracaídas.
Muchas veces creo que más que puntos de vista, tenemos vista de puntos.
Nos resulta más cómodo ver el punto y simplificar causas y efectos en
pocas relaciones. La necesidad de ser específicos en nuestro
acostumbrado racionalismo, nos achica el panorama y acorta nuestras
posibilidades de expandirnos hacia el mundo y hacia el otro. C
asi
nunca nos preguntamos si el punto puede, simultáneamente, estar afuera y
adentro, si es parte nuestra, si nos compone, o si también es parte de
todos, si está compuesto por varios de esos puntos en relación.
Cometemos el error de creer que todo es simple, que las cosas pasan solo
por un motivo, o peor aún, que las cosas "nos pasan" (mientras
preguntamos "¿por qué a mi?").
La vista de puntos escatima en realidad. Es la que provoca generalizaciones, confusiones, prejuicios...
Nada es completamente independiente, nada existe porque sí, por sí mismo, para sí mismo. Creer ésto es agujerear la existencia, es abollar la vida con una lógica fría y engañosa.
Todo es interdependiente, multifacético, fragmentado, compuesto.
Todo necesita conectarse, tocarse con cualquier sentido, en cualquier sentido, y profundamente sentido... Todo merece ser sentido (nosotros también)
Pero, ¿todo debe ser calificado? ¿todo merece ser bueno o malo? ¿correcto o incorrecto? ¿específicamente aplicable a un ejemplo? Eso lo mira el humano con su lupa... El universo es ciego, porque ve todo.
Creo que uno de nuestros mayores defectos es el complejo de superioridad que nos exige explicar todo (el mismo que estoy poniendo en práctica en este momento). Nos olvidamos que todos podemos dejar de ver algo para ver todo. Nos olvidamos del valor de que existan múltiples perspectivas, muchos departamentos con vida en cada uno, no para que cada uno sea una vida en sí, sino para que todas sean compatibles en un orden mayor, en un encuentro universal, en un edificio vital.
La locura más grande es que es mucho más habitual perderse en la superficie que en la profundidad.
Salgamos de la cómoda superficie, es más rico perderse en la profundidad.
"La locura es poder ver más allá"
~ Pensamiento expansivo formado por todas las probabilidades que
inevitablemente pueden darse en una situación, sin necesariamente
saberlas todas, sólo contemplándolas ~
"Hemos venido a la tierra a provocar el combate de las cosas que sólo
quisieran soñar. Ellas sólo duermen, sólo están, mientras nosotros no
les digamos: tú eres el bien, tú eres el mal, tú eres la felicidad, tú
eres la desgracia..." (Todos los gatos son pardos - Carlos Fuentes)