Animalidad
como reverberancia
de lo íntimo.
Y esa idea... esa ilógica idea de ir; de buscarla; de morderse los dientes; de hacer grises con lo cromático... Lo activo en lo pasivo y viceversa. ¿Cómo hacer inacción? (¿"Cómo"?)
¿Como no morder empachado la insaciable lengua moral?
No me mires así, fiera domesticada...
Animalidad. Animalismo.
Lejos de significados, el animal se crea a sí mismo sobre cualquier pasto improvisando su solo en la dinámica universal. Vive para darle valor a sus ideas. Existe para inflar de peso su caminar. Una aparente falta de significantes repleta de significado.
Pero nosotros, perdidos entre el pavimento con la palabra siempre ahí, cerquita; llevando de la mano ese quiste de lo no animal. Dependiente de atención, haciendo ruido, la caprichosa palabra eventualmente se agota y abre un nuevo espacio, le hace lugar a un terreno sin techo para dejar de preguntarnos "¿cómo?" y ser (¿"ser"? Suceder consciente. Res non verba, digamos):
Ser saliva; agua mamífera; bestialidad que nos da sucesividad; improvisación sobre armonías naturales que transportamos en las fibras más sensibles. Lo natural que en primera instancia creamos en nosotros y en última instancia nos crea (¿cómo hablar de lo primero y lo último en espacios atemporales? ¿cómo dejar de intentar hablar sobre ésto abarcándolo por arriba, por abajo, por su centro o su periferia?)
Y hablar de ésto siendo bestial. Hablar de ésto: la vía para dejar de hablar de ésto y en el camino de vuelta hablar de eso. Eso, la saliva, todo eso. Eso que puede dar repulsión: lo que inevitablemente compartimos. Desandar el camino, retroceder y volver a empezar, no importa con qué palabras lo digamos: toda devolución de lo caminado le queda corta a ese 'cómo' que afina mejor con la falta de peso en las ideas, con la idea de realzarse a un punto más alto y previo al nacimiento de cualquier camino; previo incluso a la existencia del rótulo "camino".
Estás siendo ese 'cómo' ahora.
Mostrás la quintaesencia del ser ahora.
Y ahora.
Y ahora.
Parado en la pieza del rompecabezas
que es paisaje final
-y es más que una sola pieza-,
el desorden triunfaba.
Dejó de preguntar
para mover
la respuesta
en el cuerpo.
Mover la respuesta.
Moverse.
Mover.
Ahora.